lunes, 21 de marzo de 2011

LA PROFESORA

 La profesora, tenia sesenta años    era de un cursi que espantaba.
   Los niños la tenían manía, se llamaba Patricia “ella” decía que su nombre era de película y  que era de señorita, siempre decía que desde pequeña ya sabía que iba a ser profesora, pues el nombre lo daba.
  La profesora quería que la llamasen señorita profesora.
  Los niños no lo hacían ni caso, la profesora se pintaba mucho y decía
  que estaba en lo mejor de su vida, solterona jamás conoció amigos
  ni a ningún muchacho debido a su falta de madure y a su cursilería.
  Ella estaba orgullosa de sí misma, en la clase había un niño que se llamaba Pablo y era tan cursi como ella tenía dieciséis años  y era tan tonto que resultaba idiota admiraba profundamente a la profesora.
Pablito, decía ella sal al encerado y haz   los deberes para que todos vean como se hacen.
Pablito se lamentaba, hacia una reverencia a la profesora y se disponía a hacer los deberes. Eso enajenaba a los demás niños  y Pablito comenzaba diciendo: he sido el encargado por nuestra  bella profesora para que os enseñe.
Los chicos de la clase le llamaban de todo pero él no hacía caso, y comenzaba a hacer los deberes. Luego añadía podéis llevar los cuadernos  a la señorita doña Patricia, os tenéis que aplicar más, pues la señorita enseña muy bien. Un muchacho dijo perdón Pablo pero “esos” deberes están mal hechos, mira los míos están bien.
Pablito y la profesora le gritaban “burro” una equivocación la tiene
Cualquiera, una sí prosiguió el muchacho pero lo tuyo es a diario. Ya me tienes harto. Para mí la profesora ni tú sabéis nada eres de un cursi que debía tener tu profesora dieciséis años, o tú sesenta.
Pablito enrojeció, y la profesora también y Pablito dijo dejémoslo. El muchacho se fue otra vez a la dirección, la directora estaba hasta la coronilla del asunto, llamaré otra vez la atención a Pablito y a la profesora puedes irte.
La profesora no hacía caso y Pablito tampoco y el muchacho se cansó de ir a la dirección.
Cuando ya terminó el curso Eduardo, que a si se llamaba el muchacho vio el cielo  abierto porque pasaba al instituto y Pablito volvió a repetir.                         

 

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